En El país de Nuncacomer (Libros del Zorzal), la psicoanalista Silvia Fendrik discute las creencias establecidas sobre la enfermedad y rastrea sus antecedentes históricos, desde las santas y brujas de la Edad Media hasta las histéricas del siglo XIX

No lo hacen para estar flacas. No lo hacen para estar bellas. No son frágiles. Y no, no todas corren riesgo de muerte. La psicoanalista argentina Silvia Fendrik, autora de los libros Psicoanálisis para niños: Ficción de sus orígenes (Amorrortu, 1989), Desventuras del psicoanálisis (Ariel, 1993) y Santa anorexia (Corregidor, 1997), sostiene en su nuevo trabajo -El país de Nuncacomer, editado por Libros del Zorzal- que las anoréxicas no son todo lo que se acostumbra a decir de ellas: adictas a las dietas, mujeres débiles influenciadas por el ideal de belleza reinante.

"La fuerza, la voluntad que tiene una anoréxica, es de una dimensión enorme, que la gente común no tiene -dice Fendrik-. No tiene nada de débil ni de frágil ni de influenciable. Dicen que estas chicas sugestionables se someten a los dictámenes de una moda tiránica que establece criterios discriminatorios de belleza femenina, y que entonces hay que ayudarlas para que se puedan proteger ¿Por qué? Porque son débiles. Y ocurre todo lo contrario: las anoréxicas no son nada débiles. Hay un momento de quiebre, llegada la pubertad, y entonces aparece una voluntad tremenda puesta al servicio de controlar todo lo que entra y sale del cuerpo. El tema del control y del autocontrol en las anoréxicas es muy fuerte."

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